Por si aun no se habían enterado, las ventas de música en la iTunes Music Store (y el resto de tiendas digitales de internet) se ha reducido drásticamente en los últimos años, hasta un nivel en que las compañías se han preocupado mucho por esta tendencia. El culpable de esto no es ni mucho menos la piratería, sino algo más sencillo: los servicios de música en streaming de internet.
Como todos sabemos, ahora, y de manera legal, podemos escuchar casi cualquier canción que queramos (sobre todo novedades discográficas) a golpe de Pandora, RDio, Spotify, Google Music, iTunes Radio, Beats Music o cualquier otro parecido. La posibilidad, en algunos casos, de poder descargar a nuestro dispositivo portátil la música que está en estos servicios (como el caso de Spotify Premium o Google Music de pago) acrecenta aun más este cambio de tendencia a la hora de oír música. Más aun cuando plataformas como Spotify abrieron su servicio a móviles gratuitamente.
De hecho, no hace mucho leí un estudio que decía que un 30% de la gente que usa YouTube lo hace sin mirar los vídeos, ya que el servicio de Google se ha convertido en una radio personalizada sin coste alguno, gracias entre otros a la función de listas de reproducción.
El concepto de pagar por la propiedad de algo, en el mundo de la música, está pasando al pago por servicio o un modelo sostenido por publicidad. De esta forma, accedemos a millones de canciones que jamás podríamos tener almacenadas en casa, las oímos a través de internet a una calidad decente e incluso podemos descargarlas a nuestro dispositivo móvil y disfrutarlas aunque no haya conexión (esta función, lógicamente es siempre de pago).
Ese es uno de los principales motivos por los que Apple pagó el capital que pagó por Beats Music: conseguir un servicio de música de streaming ya asentado como plataforma y que permitiera ahorrarse unos cuantos millones y duras negociaciones con las diferentes discográficas ya que Beats, había resuelto este pesado tema burocrático por su cuenta.
Calidad de sonido
Pero como bien habrás podido leer, he utilizado la expresión “decente” para calificar la calidad de sonido de estos servicios en streaming. Dicha calidad decente no se aleja excesivamente de la calidad de la música que compramos digitalmente, también decente, pero que difícilmente puede atraer al público que realmente compra música. El cambio de tendencia en el consumo musical se deriva directamente de que el mismo público que compraba la música en iTunes o similar, ahora no necesita comprarla porque obtiene la misma calidad en Spotify o similares.
¿Y qué pasa con aquellos que sí compran música? ¿Los auténticos melómanos? Pues que la gran mayoría evitan este tipo de tiendas de compra de música en formato comprimido. No solo valoran y aprecian el formato físico, sino que este aporta una calidad que no tiene la música comprimida que venden las tiendas digitales.
Aquí entramos en terreno pantanoso de si se diferencia o no la calidad. Hablando de hechos, un MP3 o M4A elimina partes de la onda de sonido y bastantes frecuencias, más o menos en función del bitrate usado por el archivo. Eso es incuestionable. ¿Pero, se nota la diferencia? Pues con tus auriculares EarPods o los que Renfe te regaló en su pasado viaje, si eres capaz de apreciar la diferencia es que tu oído solo tiene parangón con el de Supermán.
La música está compuesta de una serie de frecuencias que necesitan un equipo que tenga la capacidad de reproducirlas fidedignamente. Si usamos dispositivos sonoros deficientes, de poca calidad o simplemente normales, lo más habitual es que no notemos nada porque las frecuencias que elimina la compresión son aquellas que los dispositivos de calidad estándar no tienen la capacidad de reproducir, en su mayoría. Es así de sencillo de entender.
Pero si usamos auriculares de calidad (no, los Beats no cuentan) como unos Bose o unos Bowers & Wilkins, o usamos equipos HiFi con altavoces de calidad y buen cableado, la diferencia se notará: el archivo comprimido sonará carente de matices, más seco y compactado, mientras que el CD será más limpio, con más matices, unos agudos y graves mejor colocados además de una especialidad sonora acrecentada.
Pero, ¿realmente la gente volvería a comprar música digital si las tiendas digitales ofrecieran la calidad de un CD en sus ventas? Pues no, tienen que aportar algo más: un extra al que el CD no pueda llegar y que justifique el cambio. La respuesta es la que nos ronda desde hace tiempo y que en los últimos meses tiene varias aproximaciones: el sonido en alta definición.
Música en HD
El CD es un sonido 16 bits: valores entre 0 y 65.535 que se recogen 44.100 veces por segundo. Como tal, es una digitalización de una onda analógica que implica la pérdida de bastante material sonoro. Lo que nos hemos acostumbrado a oír de un CD es lo que podemos llamar “un sonido de grabación”. Si estamos en un concierto en directo, notamos la diferencia de la música que oímos (sea amplificado o no) porque lo que recogen nuestros oídos es una onda analógica pura con todos sus matices. Una sensación sonora que un CD no es capaz de reproducir aunque tengamos un equipo de miles de euros.
¿Podemos conseguir reproducir la sensación de un sonido directo de alguna forma, siendo grabaciones? Hay una forma que permite acercarse mucho a ello: el sonido en 24 bits. Valores en 0 y 16.777.235, tomados 96.000 o 192.000 veces por segundo (según el formato). La simple matemática deja clara que la diferencia a la hora de convertir un sonido analógico a formato digital es mucho más fiel con 24 bits que con 16 bits. Por eso, en los estudios de grabación desde hace muchos años se trabaja en 24 bits y prácticamente todo el material musical editado en los últimos años tiene sus grabaciones maestras a esta calidad.
¿Por qué no vender entonces música a 24 bits? Hay varios motivos: solo determinados equipos informáticos tienen procesadores de señal de audio que permiten convertir sonidos de 24 bits a onda analógica, y casi la totalidad de dispositivos portátiles o móviles (incluido el iPhone) no tienen esta posibilidad. Pero Sony en el pasado IFA o Neil Young a través de su proyecto Pono en la plataforma Kickstarter de crowdfunding, han comenzado a abrir el camino a conversores de onda digital a analógico (o DAC) de 24 bits con soporte de frecuencias de hasta 192kHz.
¿Pero se nota la diferencia en 24 bits? Sí, y mucho. Cuando oigas música en esta calidad en un buen equipo o con unos buenos auriculares, tendrás la sensación que está allí mismo oyendo a la orquesta que grabó el álbum u oyendo un concierto en directo de tu artista favorito. No es un sonido “enlatado” al que estamos acostumbrados, grabaciones que se pueden oír mejor o peor: es la diferencia entre oír un CD o ir a ver al artista tocando en directo en un concierto en una pequeña sala de conciertos, sin amplificar y de manera mucho más cercana. Esa es la diferencia que van a encontrar.
La noticia, Apple y U2 trabajan en un nuevo formato musical
Y toda esta explicación y artículo venía porque se ha hecho público que Apple podría estar trabajando con U2 en un formato musical que permitiera aumentar las ventas de la música digital nuevamente, ofreciendo un incentivo al usuario de streaming que le pueda merecer realmente la pena.
Poco más se ha sabido de ello, y como noticia no tiene más de dónde sacar, por eso he preferido explicar un poco la situación pasada, presente y posible futuro. En mi opinión, lo que deberían hacer es usar los algoritmos de sonido sin pérdida que ya tienen (el ALAC o Apple Lossless Advanced Codec) y darle soporte de 24 bits hasta 192kHz. Incluir imágenes, letras de las canciones, créditos sobre la producción de la canción o fichas de la misma, así como la posibilidad de formatos con sonido multicanal 5.1 para determinados equipos. Y crear formatos dentro del propio fichero con contenidos compatibles para dispositivos de 16 bits.
Si tienes una PS3 y conecta por toma óptica esta a un equipo Home Cinema o por HDMI a su TV, NO tiene sonido HD. Aunque elijas la pista DTS-HD de tu BluRay favorito, jamás oirás el sonido 24 bits sin compresión de dicho formato. Lo que obtendrás es una pista compatible en menor calidad y comprimida, que está embebida dentro de la DTS-HD. De la misma forma, Apple podría embeber una pista 16 bits sin compresión para oír en los dispositivos portátiles y que luego al usar un ordenador o dispositivo compatible se oyera a 24 bits (la mayoría de Macs sí tienen un DAC de 24 bits desde hace muchos años).
La realidad actual es que Apple lo único que ha hecho por la calidad de sonido es proporcionar un script para Mac, como parte del programa Mastered for iTunes, que permitía hacer una compresión de audio en dos pasos hasta sonido AAC (Advanced Audio Coding) con un compromiso de calidad de compresión en el máximo estándar. Y sí, el resultado era el mejor posible fichero de música comprimida… pero que sigue siendo un fichero de música comprimida.
Pero, el hecho que los dispositivos no estén preparados para esta calidad y que se requiera de un nuevo formato, lo hacen muy complejo para disfrutarlo realmente. Aun tenemos la duda de si el iPhone 6 y 6 Plus tienen un DAC de 24 bits y 192kHz como afirmaban algunos rumores. Si lo tiene, no podremos saberlo hasta que lo “desguacen” y vean qué DAC lleva, porque sí hay ya otros móviles de Samsung o HTC que sí incorporan esta calidad, así que entendemos que es cuestión de tiempo.
Mientras seguiremos esperando, los que gustamos de la música de calidad, a poder disfrutar de nuevo de la música como se oye en un directo pero en nuestra casa con nuestros equipos. La música para consumo está muy bien, yo soy el primero que tiene un usuario premium de Spotify, pero hay momentos donde apetece sentarse en el sofá y entrar en la sala de conciertos por la puerta grande con solo pulsar el botón de Play. Seguiremos informando de las novedades a este respecto.