Medios como Cult of Mac citan palabras de Apple que afirman que para el modelo que acaban de presentar, el iPhone 5, no serán necesario los bumpers. Bumper, termino que como suele ser normal en Apple, suelen inventar para denominar algo para lo que existe termino en castellano, protectores o parachoques, que es su traducción literal. Y es que se hicieron muy populares por su colorido al principio, porque era una forma curiosa de proteger los delicados laterales del por aquel entonces, nuevo modelo de iPhone y porque eran la solución al problema de la cobertura que daba el terminal al sujetarlo de según que forma.
Al principio Apple trató de negar la evidencia, intentando “hacer comulgar a los usuarios con ruedas de molino”, pero por mucho que dijese Apple, la realidad no pudo esconderse. Y es que tras un terminal muy bonito y todas esas cosas, lo dotaron con un sistema de antenas propias de un chapuzas, más que de una empresa de alta tecnología. Y si era una chapuza el sistema, más lo fue la posterior explicación que dieron del fallo, argumentando que los usuarios no sabíamos como coger el teléfono. Vamos, que tuvo que salir Jobs a decirnos como a parbularios como sujetar un móvil. Vergonzoso… por su parte claro.
Al final reconocieron el fallo y ¿cual fue la solución? ¿Sacar un producto nuevo que enmendara el problema? No, eso lo dejaron para el iPhone 4S. En este caso prefirieron regalar los bumpers que al principio habían puesto a la venta. Por cada iPhone comprado, el usuario tenía derecho a pedir un protector de forma gratuita que le enviaban sin coste alguno (faltaría más después de pagar 600 euros por un teléfono).
Con la llegada del nuevo modelo se pensaba si Apple sacaría al mercado bumpers adapatados para las nuevas formas del teléfono y nada más alejado de la realidad. Según Apple, ya no lo necesita.
En el actual modelo “parece” que se han superado estos problemas. Primero, el conocido como antenagate, ocasionado por una antena dividida en 4 secciones, ha sido resuelto otorgando al iPhone 5 dos antenas que no están unidas de forma alguna entre ellas, al situarse en el panel trasero, que dispone de una antena en la parte superior y otra en la inferior del dispositivo, rodeadas por una delgada tira de cristal que permite Wi-Fi, GPS, Bluetooth y otras señales. Han situado las antenas de la forma en las que tradicionalmente han ido desde que Nokia revolucionara con el lejano Nokia 3210.
Por otro lado, el cambio de diseño, usando un cuerpo de tipo unibody ha posibilitado que no quede expuesto como en el anterior modelo, un borde de cristal, en ambas caras del iPhone, protegiendo estos cantos con una banda de aluminio ante eventuales caídas. Esperemos que esta vez sí hayan acertado en todo, aunque Apple, como se duele decir, “nunca digas nunca”.