Samsung y Apple, los dos rivales y socios en el negocio de telefonía móvil, han estado involucrados en una guerra tenaz sobre patentes de diseño y tecnología en cuatro continentes desde abril de 2011. Recordemos que en agosto de este mismo año Samsung tuvo que pagar 1.000 millones de dólares a Apple por copiar sus ideas.
Al contrario que otra gran compañía asiática de teléfonos móviles con sistema Android, HTC, Samsung ha declarado que no tienen pensado pagar indemnizaciones a Apple para resolver sus disputas. Recientemente HTC decidió firmar la paz con los de Cupertino pagándoles 300 millones de dólares evitando así disputas durante los próximos diez años. Haciendo cálculos, por cada HTC vendido Apple cobrará entre seis y ocho dólares.
La decisión de Samsung es bastante comprensible. Teniendo en cuenta que el Galaxy S III se ha convertido en el smartphone más vendido del último trimestre y que la cuota de mercado de Samsung es casi el doble que la de Apple es normal esta decisión. Samsung está comenzando a tener razón y a tomar su propio camino, dejando de lado el diseño y las ideas de Apple y apostando por nuevas e innovadoras características propias.
Personalmente me da igual que firmen o no un acuerdo. Lo importante es que haya una competencia fuerte entre las compañías de móviles –y con esto no quiero decir que me gustaría que se matasen entre ellos ni que estoy de acuerdo con los interminables juicios que se celebran– con el fin de crear mejores y más potentes terminales. Esto implica un beneficio extra para el cliente final, que tendrá a su disposición dispositivos cada vez mejores.
Esta guerra va a tener más batallas…