Posiblemente, unos de los cambios más revolucionarios entre el salto de una generación a otra de modelos iPhone, es el del iPhone 3GS al iPhone 4. no por la mejora de su procesador, ni por su cambio de diseño, sino por su nueva pantalla Retina, la cual marcó un antes y un después en la compañía de Cupertino. Esa tecnología poco a poco ha sido implementándose en otras categorías –Macbook, iPads, iPod son un un claro ejemplo– y prolongándose en el tiempo, hasta hoy.
Tras cinco años desde el estreno de la pantalla Retina, Apple ha abierto un laboratorio ”secreto” en un parque científico de Taiwan, donde desarrollar nuevas tecnologías para las pantallas de los futuros dispositivos de Apple. Aún sin tener algún rastro que nos permita reconocer que este laboratorio pertenece a Apple, fuentes que conocen dicho parque científico nos han confirmado en Bloomberg que abría unos 50 ingenieros de Apple trabajando allí junto con otros desarrolladores de pantallas, con el fin de dar un nuevo salto de calidad a las pantallas de los futuros modelos de iPhone y iPad. ¿En que consiste este salto de calidad?.
El equipo y la maquinaria de Apple comenzó a funcionar dentro de este laboratorio durante este año, con el firme objetivo de conseguir una pantalla más delgada,más ligera, más brillante y, lo más importante, más eficiente. Y parece ser que este futuro pasa por desarrollar pantallas OLED –diodo orgánico emisor de luz–, tecnología que, como ya conocemos, consiste en que cada subpíxel de la pantalla es un diodo emisor de luz, el cual reacciona a una determinada estimulación eléctrica, generando y emitiendo luz por sí mismo. Gracias a este tipo de pantallas, Apple conseguiría lo que anda buscando: mayor delgadez, mayor flexibilidad, más brillo, menos consumo y una mejor visión en ambientes iluminados.
Otra ventaja para la compañía sería la de reducir la dependencia de proveedores como Sharp, entre otros, al utilizar componentes de la casa para diseñar su propia pantalla.