Hace unos días oímos que los jóvenes prefieren, de lejos, tener un iPhone antes que cualquier otro terminal Android. Está claro que la política de Apple de crear un público de masas para sus productos da resultado, y mucho. Puede que los demás fabricantes estén mejorando sus alternativas a la firma californiana, pero un iPhone es un iPhone y, por lo visto, la gran mayoría de los jóvenes lo prefieren. ¿Por qué será?
Por qué preferimos los iPhone
Podríamos decir que se suele preferir un iPhone por sus características, por su diseño icónico –que, por cierto, llevan manteniendo tres generaciones ya– o por el servicio al que nos tiene acostumbrados la marca. Sí, es cierto que un iPhone es sinónimo de calidad, de un rendimiento de escándalo y de unos materiales muy premium. Asimismo, el servicio post-venta es de los mejores que podemos encontrar, si estás en garantía, eso sí, porque si no te costará un ojo de la cara.
Sin embargo, estas razones poco tienen que ver con el triunfo del iPhone entre los jóvenes, y es que si hay tantas compras de estos terminales, al menos en este grupo, es por moda. Sí, así de simple. Tener una manzana mordida se lleva, es mucho mejor que cualquier Android cutre –aunque ese “cutre” sea el Galaxy S8–. Cualquiera que tenga un iPhone te mirará raro si luces con orgullo tu XiaoMi Mi5S, que vaya chinorris que llevas en vez de mi iPhone 7 Jet Black que, por cierto, no se raya para nada. Nótese la ironía, por supuesto.
En otras palabras, el éxito de los iPhone no está en él mismo, sino en la imagen que los de Cupertino han conseguido construir sobre él, de teléfono superior al resto, que está consiguiendo posicionarlo como el más deseado –y comprado– entre los jóvenes.
¿Cambiará esto algún día o los jóvenes seguirán prefiriendo los iPhone?
