Tal día como hoy, hace exactamente seis años, el Moscone Center en San Francisco se convirtió en el centro del mundo de la tecnología cuando el difunto Steve Jobs dio a conocer al público un revolucionario dispositivo durante la feria Macworld. Os hablamos, cómo no, del iPhone, un teléfono móvil concebido con la intención de cambiar el concepto de smartphone y que a la postre terminó marcando un punto de inflexión en la industria telefónica, abriendo las puertas a una oleada de dispositivos con pantallas táctiles.
Por aquel entonces, Nokia era la empresa dominante del mercado, RIM abastecía a los altos cargos ejecutivos y el mensaje de texto era el medio más extendido para comunicarnos con nuestros allegados y seres queridos. En una época en la que las tendencias eran prácticamente dictadas por la compañía finlandesa, resultó particularmente chocante la presentación de un teléfono que hacía gala de un teclado táctil que funcionaba sin necesidad de stylus, en detrimento del clásico teclado alfanumérico. El propio CEO de Apple fue tajante al respecto:
¿Para qué queremos usar un puntero si Dios ha dotado con 10 a nuestras manos?
Y precisamente su facilidad de manejo, se convirtió en la gran baza del iPhone. Una sencillez tal, que nos ofrecía una nueva forma de interactuar con nuestros teléfonos; así, de la noche a la mañana, fuimos capaces de navegar de forma intuitiva empleando únicamente los movimientos naturales de nuestros dedos. Las bondades, tanto del propio iPhone como de iPhone OS –que más tarde sería rebautizado como iOS– , facilitaron a la multinacional de Cupertino el acceso a diversos perfiles de usuario, algo fundamental para los éxitos cosechados a posteriori. Durante su primer año de vida y solo en Estados Unidos, se vendieron 8 millones de unidades.
Obviamente nunca llueve a gusto de todos y muestra de ello son las numerosas críticas que históricamente ha recibido, como podrían ser las que hacían escarnio de la pobre cámara empleada en sus primeras versiones, del hecho de no soportar Adobe Flash o de que iOS sea un ecosistema cerrado. De lo que no cabe duda, es de que el iPhone levantó la veda para que el resto de fabricantes pusieran toda la carne en el asador si querían aspirar a mantener su porción del pastel. Una dura batalla que aún continúa en la actualidad y de la que salimos beneficiados, como siempre, los consumidores.
Mención aparte merece la App Store. Hasta su nacimiento en 2008, las tiendas de aplicaciones eran simples quimeras y su apertura no hizo sino impulsar y popularizar definitivamente el binomio iPhone – iOS. Se abrió así, un infinito abanico de posibilidades en forma de apps, que sirvió no solo para cubrir todas nuestras necesidades, sino también para que los desarrolladores pudieran ofrecer sus trabajos. Su evolución ha sido tan importante, que hace solo dos días se han alcanzado los 40.000 millones de descargas que han reportado más de 7.000 millones de dólares a sus creadores.
Sea como fuere, y aunque en la actualidad las distancias respecto a sus perseguidores puedan haberse visto drásticamente reducidas, el iPhone pasará a la historia como una idea innovadora que difícilmente se repetirá en los próximos lustros, un pionero que ha llegado a trascender más allá de la industria tecnológica a la que originalmente iba destinado. ¡Y que cumplas muchos más!