En muchas ocasiones tendemos a pensar que cuando empezamos a oír los primeros rumores o noticias de un producto, sea de la compañía que sea, es que el desarrollo de ese producto acaba de comenzar por decirlo de alguna manera. Sin embargo, los ciclos y los tiempos de desarrollo de un producto vienen de mucho antes, hablando en años, no en meses.
Este es por ejemplo el caso del tan manido iWatch. Se lleva hablando de este producto bastante tiempo, sin embargo, hasta el año pasado no se empezó a vislumbrar por donde iban los tiros, cómo pretendía Apple enfocar su entrada en el segmento de los wearables. A lo largo del año pasado empezamos a ver una cascada de contrataciones relacionadas con el sector de la salud y el fitness y entonces supimos que Apple pretendía dirigirse por ese camino.
Sin embargo, esa idea no apareció de la nada, no se les ocurrió el año pasado o hace dos, sino que lleva en la mente de los ingenieros y diseñadores de Apple durante bastante tiempo. El pasado jueves la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos publicaba una patente de Apple en la que se describe un sistema que iría ubicado los auriculares para monitorizar datos y constantes como la frecuencia cardíaca, la transpiración o nuestra temperatura corporal.
Los sensores integrados en los auriculares, que en la patente pueden ser tanto in-ear o over-ear, transmitirían los datos recogidos a los dispositivos iOS como el iPhone a través de Bluetooth o bien por conexiones por cable.
Además de estos sensores, la patente muestra otros sensores integrados, tales como un acelerómetro, giroscopio o sensor de movimiento, lo que permitiría al auricular ser controlado mediante gestos. Esto significa que se podría saltar canciones o volumen de control con una simple inclinación de la cabeza.
El hecho de que Apple haya registrado esta patente no significa necesariamente que un producto de este tipo este en camino, pero sí da pie a entender el funcionamiento y los plazos que existen tras el desarrollo de un nuevo producto. No hay nada improvisado, y desde el momento en el que surge la idea hasta que se plasma en un producto pueden pasar muchos años, los necesarios para que ese producto simplemente funcione dentro de unos estándares establecidos.