Al igual que sucede con todos los sistemas operativos, a medida que el iOS de Apple va madurando nos ofrece nuevas funciones y opciones, un mayor refinamiento y, en definitiva, nuevas posibilidades a la hora de utilizar nuestro iDevice en el trabajo, en nuestros ratos de ocio y en cualquier otra situación que se nos ocurra. Pero no hay que olvidar que una buena parte del mérito por la potencia que ha alcanzado el ecosistema de Apple hay que atribuírselo al enorme ejército de desarrolladores que trabajan a destajo, versión tras versión, para seguir ofreciendo aplicaciones de calidad capaces de hacer casi cualquier cosa que imaginemos.
Para los desarrolladores cada nueva versión de iOS supone desde luego nuevas oportunidades, como para nosotros… pero también nuevos retos. El reto de iOS 7, por ejemplo, fue estético: los desarrolladores tuvieron que adaptar sus aplicaciones para que se ajustasen a las estrictas líneas de la nueva estética del sistema, lo que sin duda supuso un ingente esfuerzo para muchos.
Lo que iOS 8 implica para las aplicaciones
Los retos que iOS 8 plantea a los desarrolladores tienen más que ver con la funcionalidad, con las “tripas” del sistema. Con iOS 8, Apple introdujo hasta 4.000 nuevas API que los desarrolladores pueden decidir aprovechar; una decisión que en muchos casos supone repensar tanto sus apps como el papel que pueden jugar en el ecosistema de Apple.
Cada aplicación vivía antes dentro de su propia pequeña burbuja, y en su propio dispositivo cerrado a cal y canto frente al exterior. Es obvio que eso no puede seguir siendo así en un mundo en el que existen funciones como Handoff o Continuity.
Ahora los desarrolladores tienen que adoptar una visión transversal, y preocuparse por el funcionamiento, el rendimiento y la experiencia de usuario de su aplicación tanto en el iPhone como en el iPad y en el Mac. Los usuarios se van acostumbrando, y lo harán cada vez más, a que las apps que usan estén presentes en todos sus dispositivos, y ofreciendo una sincronización perfecta.
Además ahora las aplicaciones deben poder comunicarse y compartir datos y funcionalidades en un esquema realmente intrincado, que ejemplifica muy bien la función Compartir de iOS: el hecho de que los usuarios puedan usar hasta cierto punto una aplicación mientras tienen otra abierta es algo que sin duda habrá causado más de un dolor de cabeza entre la comunidad de desarrolladores.
Pantallas de mayor tamaño, widgets…
Se escribió y se dijo mucho sobre los problemas que implicaría (o no) adaptar las aplicaciones a dos nuevos tamaños de pantalla: las 4’7 y 5’5 pulgadas de diagonal que exhiben el iPhone 6 y el iPhone 6 Plus, respectivamente. Pero parece que ese trabajo ha sido mucho más simple de realizar. Lo difícil es, una vez más, la funcionalidad: ¿Cuál es ahora la interfaz ideal para una aplicación, sobre todo en el iPhone 6 Plus? ¿Cuándo una app debe mostrase como si estuviese en una tableta y cuándo como en un smartphone? Son preguntas que para los desarrolladores puede exigir mucho trabajo responder.
También los widgets pueden dar problemas. Esta nueva funcionalidad de iOS 8 lleva aparejadas especificaciones muy concretas y muy estrictas, como es habitual en Apple. Además de adaptar el widget al tamaño exacto que la compañía de la manzana exige, los desarrolladores deben romperse la cabeza para convertirlo en algo atractivo (difícil, en un espacio tan reducido), y al mismo tiempo realmente útil para los usuarios.
Y, ¿qué pensarán los desarrolladores de todo esto? A pesar del trabajo extra, es seguro que la mayoría apreciará las nuevas oportunidades que iOS 8 ofrece. Al fin y al cabo, todo esto sirve para llevar sus aplicaciones hasta un nuevo nivel, algo que al final redunda en beneficio de todos: suyo, porque obtendrán mayores beneficios y mayor satisfacción; de Apple, que puede presumir cada vez más de su ecosistema; y nuestro, por supuesto, ya que con más funciones y más posibilidades conseguimos, como decía al principio, tanto ser más productivos en el trabajo como mejorar nuestros ratos de ocio.
