Tras los primeros días de uso del nuevo iPad, comenzaron a surgir comentarios acerca de un mayor calentamiento en relación con el anterior iPad 2. Las temperaturas rondaban los 33,6ºC, unos 6 grados superior al anterior modelo. Apple comunicó recientemente que en ningún caso se excedían las temperaturas de trabajo especificadas (de 0 a 35 grados), y este aumento no es de extrañar si tenemos en cuenta distintos factores relacionados con el nuevo hardware.
Primeramente, es evidente que la pantalla retina, con 4 veces más LEDs que la pantalla anterior, generará más calor, por el mayor número de transistores presentes. Asimismo, la batería, de mayor tamaño, para no perder las 10 horas de uso, provee una cantidad mayor de energía, disipando también ésta en forma de calor. Por otro lado, la fecha de salida del nuevo iPad no permitió desarrollar e implementar la tecnología IGZO de Sharp para la pantalla, más eficiente en términos de energía que la actual LCD IPS de Samsung. El núcleo de calor, si se quiere, no es otro que el procesador A5X, como era de esperar, que se calienta un 18,7% más de lo que lo hacía su anterior versión. Este hecho se ha manifestado más cuando el equipo trabaja de forma intensa con juegos, por ejemplo, o aplicaciones que requieran de una potencia gráfica superior.
En general, una mejora sustancial en una parte del dispositivo significa siempre sacrificar otras. En el caso del nuevo iPad, no sólo el coste de producción es mayor (diferencia que Apple asume sin mayores dificultades), sino que el peso ha de ser mayor, así como el grosor. Y finalmente, ha de calentarse más, por puras leyes de la física. El desarrollo de nuevas tecnologías y la utilización de nuevos materiales que subsanen estas ‘desventajas’ no es un proceso rápido, e involucra más variables de las que nos pueda parecer.
A veces no es retroceder volver a hacer un dispositivo unos milímetros más grueso, o unos gramos más pesado, si el balance general es positivo, como ocurre con la pantalla (que ya tengo ganas de ver) del nuevo iPad. No sé hasta qué punto puede ser molesto el calentamiento hasta los 30 grados del iPad. Tal vez me he acostumbrado a escribir con un MacBook Pro sobre mis piernas, que alcanza tranquilamente los 80ºC. Porque claro, es de aluminio unibody. Lo que consideramos mejor siempre tiene un coste. ¿El fin justifica los medios?
A mí me parece que un aumento de la temperatura relativamente pequeño como este es un precio razonable a pagar por la Retina Display.
Estoy de acuerdo, al final no es algo molesto, y las ventajas de una resolución tan espectacular como la del nuevo iPad compensan de lejos esos males menores.