Yo me lo guiso, yo me lo como

En Android hay una costumbre entre los power users, esa manía por llevar la personalización de sus teléfonos hasta límites insospechados. Algunos usuarios avanzados de iOS también comparten esta práctica, aunque otros más puristas –o fanboys, como quieras llamarles– lo consideran un sacrilegio.

En Android, hay tres niveles de personalización: modificar estéticamente el sistema, rootear el teléfono e instalar una ROM que funciona mejor que la oficial o cocinarte tu propia ROM.

El problema de la fragmentación

Uno de los problemas más importantes de Android es la fragmentación. Android tiene que funcionar en todos los teléfonos y ya sabes, el que mucho abarca poco aprieta. En iOS existe un hermetismo absoluto en el que Apple hace una versión de su sistema operativo especialmente optimizada para sus pocos terminales. Windows Phone ofrece una alternativa similar también muy buena: puedes montar mi sistema operativo si cumples determinados requisitos, sino no te daré la licencia.

El problema de la fragmentación que sufre Android es que es muy difícil estar al día y tener el mejor software de manera “oficial”.

Los únicos terminales que se libran de este problema son los Nexus que la propia Google vende, donde viene una versión original de Android y que siempre están al día en cuanto a actualizaciones. Aunque aún así no acaban de ser perfectos; según en qué países las actualizaciones tardan mucho tiempo en llegar.

Si salimos al mercado donde están el resto de fabricantes, nos encontramos con un campo de minas en el que pocos fabricantes actualizan sus terminales. Si encima nos encontramos con un terminal bloqueado por una operadora, tenemos que esperar a que la operadora modifique el software que el fabricante modifica de la versión que libera Google. Sí, es una auténtica mierda odisea, pero es lo que tienes que aguantar si quieres ser un usuario legal de marcas como Motorola, HTC o Samsung, por poner algunos ejemplos.

¿Por qué tengo que ser yo capaz de hacer un software más optimizado que el tipo que fabrica mi teléfono?

La otra opción es la de ser un rebelde y saltarte los tiempos de espera oficiales. Rooteas tu teléfono y tú te encargas de instalarle software que algunos usuarios muy generosos han creado y han puesto a disposición del público. Pero esto plantea un dilema: ¿Quién te dice que esa ROM no lleva un regalito que se queda con tu información sin que tú lo sepas?

Hay infinitos foros con información, y cada terminal en concreto tiene sus ROM específicas. Unas son más completas, otras están más optimizadas, etc. Es todo un universo muy interesante para aquella persona que le guste cacharrear, que quiera jugar con las entrañas de su teléfono; una posición muy respetable.

Pero si nos centramos en el usuario de a pie, que no tiene ni idea de lo que es una ROM, o un recovery, ¿cómo se siente éste ante la situación de que su flamante Samsung Galaxy Ace funciona de culo cuando le ha instalado Whatsapp, Apalabrados y cuatro aplicaciones de pedos?

Android se vende como el que vale para los que no quieren gastarse una fortuna en el sobrevalorado iPhone: Eso es de pijos que quieren aparentar –dicen algunos–, está considerada como la plataforma para el usuario de a pie. No estoy en más desacuerdo. Para que un Android funcione bien tienes que ser un hacker casi capaz de entrar en el sistema informático del Pentágono de los EEUU.

¿Pero por qué tengo yo que ser capaz de programar el sistema operativo de mi teléfono mejor que el fabricante? Es una cuestión de locos. Hay mucha gente que lo hace, lo que demuestra que Google optimiza tremendamente mal Android. Es como si me compro un coche y haciendo unos ajustes en la configuración de la centralita electrónica, el motor consume menos.

Apple me da una plataforma que funciona. Sí, simplemente funciona. Funciona bien sin que yo tenga que hacer nada más. Enciendo mi teléfono, lo configuro y funciona bien, instale tres o 50 aplicaciones; porque si hay algo en lo que iOS es muy superior a Android es en su gestión de la multitarea. Android tiene por costumbre abrir la mayoría de las aplicaciones, y la RAM se llena, y cuando la RAM se llena, dan ganas de estampar el teléfono contra la pared (un buen amigo mío reventó contra el suelo su Motorola Defy, un teléfono ruguerizado, por la impotencia que sentía después de lo mal que le funcionaba tras actualizarlo a 2.2), porque incluso contestar una llamada puede ser un suplicio.

Pero es que el iPhone es muy caro

Lo bueno hay que pagarlo. El iPhone 4S es caro, eso no es una novedad. Pero el iPhone 4 ya no es tan caro, y el iPhone 3GS te lo regala cualquier operadora.

Un iPhone 3GS funciona infinitamente mejor que un Samsung Galaxy Ace –el teléfono que actualmente tiene todo el mundo, en España es todo un furor–, y además soporta la última versión de iOS sin problemas. Así pues, la excusa de que iPhone es caro es falsa, todo depende de a qué nivel aspiremos. No podemos comparar un Galaxy Ace con un 4S. Un Samsung Galaxy SII, HTC One X o un Samsung Galaxy Nexus también son caros, porque estamos hablando de terminales tope de gama, que es donde se encuentra el iPhone 4S.

Pues mi Android va de lujo porque me he cocinado una ROM que funciona genial

Sí, es posible que tu Android vaya muy bien, porque has sido capaz de optimizar el sistema operativo para el hardware de tu teléfono. Pero no irá tan perfecto como si el fabricante lo hubiera hecho con tanto mimo como tu.

Igualmente, aunque vaya muy bien, aún no conozco ningún teléfono que gane en fluidez al iPhone. He trasteado con Galaxy SII, Nexus S, etc. Sí, van muy bien, pero esa sensación de que la pantalla sigue tu dedo y se funde con él no la da ningún Android. No porque los teléfonos sean malos, sino porque Android no está pensado para ser así.

iOS tiene una filosofía distinta de funcionamiento en la cual a los procesos se les da otras prioridades. En iOS lo más importante es la fluidez del sistema, y si el procesador tiene que parar de procesar información para dar toda su potencia en que tu veas que X animación es fluida, se hace.

En Android es al contrario, las librerías gráficas no son tan avanzadas –los juegos son un claro ejemplo de ello, que tienen gráficos de la era de la PlayStation 1–, por lo que la fluidez del sistema pasa a un segundo plano y es más importante el tratamiento de la información en bruto. Si tu quieres hacer scroll en una lista y el teléfono está haciendo algo en segundo plano (por ejemplo sincronizar), pues te esperas a que acabe ese ciclo de proceso y si el desplazamiento se ve a trompicones, te fastidias.

Pero iOS es poco potente, sin jailbreak no vale para nada

iOS es lo mejor que le puedes dar a un usuario que no tiene ni idea de tecnología. Es simple y tiene montones de funciones, pero es que además es intuitivo.

Reconozco que está un poco falto de características, y que Apple no pone mucho empeño en mejorarlo, pero el jailbreak es sólo recomendable para aquellos que quieren exprimir su iPhone hasta donde Apple no les deja.

Yo soy completamente partidario de hacer jailbreak, y iOS me parece un sistema operativo cojo sin jailbreak, pero si eres un power user. Si eres un usuario de a pie, será más que suficiente con lo que Apple te da.

Conclusión

Son dos mundos totalmente opuestos. Pensamientos completamente diferentes. Respetables ambos, pero yo en lo personal me quedo con iOS.

Yo quiero que mi teléfono funcione para mi nada más sacarlo de la caja, y no tener que ser un hacker para que funcione bien.

Quiero tener la última actualización perfectamente optimizada para mi teléfono nada más la saca el fabricante, y no tener que esperar un año para obtenerla. Lo mismo nunca llega.