Alan Kay es parte de la leyenda de Apple; fue uno de los integrantes del equipo de Xerox PARC, del que Apple se nutrió para crear la interfaz gráfica del LISA y el Macintosh. Es más, este hombre era muy admirado por Steve Jobs y muchas veces le citaba con lo de la gente que realmente se preocupa por su software, debería hacer también su propio hardware, filosofía que se trata de uno de los pilares más importantes de Apple.
En una entrevista al blog Techland de TIME le preguntaron sobre la Apple sin Steve Jobs, y Alan explica que el problema con las compañías como Apple es que dependen demasiado de un líder carismático para seguir adelante.
Desde que Apple existe, se ha vuelto una compañía diferente cada pocos años desde que entré en ella en 1984. Primero estaba Steve y después no estaba. Fue John Sculley, que lo hizo bien, pero la compañía creció tan rápidamente que empezó a volverse poco funcional, y después pasó al fracaso.
Una manera de pensar en todas estas organizaciones es pensar que requieren un líder carismático que sepa tomar duras decisiones, a pesar de que puedan parecer un fracaso. Esto significa que alguien no puede tomar una buena decisión y pensar que triunfarán porque es una buena idea.
La idea de que Apple necesita un líder carismático para sobrevivir es algo que no nos viene de ahora. Es aún pronto para saber si Apple acabará hundida de nuevo con el mandato de Tim Cook, pero de momento siguen creciendo más que nunca, aún sin Jobs. Y esto es porque Jobs eligió muy bien a su sucesor, y el futuro de la compañía sin su presencia, al contrario de lo que pasó con John Sculley, que fue despedido sin más.