No cabe duda de que cada vez más usuarios de ordenadores, smartphones y tecnología en general son conscientes de la importancia de la privacidad: tengamos o no algo importante o comprometido que decir, parece evidente que nadie debería husmear en nuestra vida privada sin una muy buena razón. Las compañías del sector parecen haber captado esa postura más o menos generalizada, y las promesas de compromiso total con la seguridad y la privacidad acompañan cada vez más a todo lo que nos quieren vender.
Apple siempre ha destacado por ser una firme defensora de estas ideas. O, al menos, siempre ha dicho serlo. El principal interés de los de Cupertino es vender su hardware, y no precisamente barato, con lo que pueden permitirse no sentir el menor interés por los correos que enviamos con Mail, los mensajes que escribimos en iMessage o las ubicaciones que registramos en Apple Maps.
Y esta filosofía les lleva a esforzarse porque nadie, en general, lo tenga sencillo para acceder a nuestra información. Hasta el punto de que, según nos cuentan en Cult Of Mac, al Departamento de Justicia de los EE.UU. empieza a no hacerle mucha gracia tanto obstáculo.
”Podrían morir niños si no conseguimos acceder a los iMessages de los chicos malos” es el sensacionalista titular que el Departamento de Justicia regaló ayer a los medios estadounidenses. No están solos: hace sólo unas pocas semanas el FBI se quejó también, y en términos parecidos (“podría provocar muertes”), sobre el sistema de cifrado que llegó a los mensajes de Apple con iOS 8 y los iPhone 6 y 6 Plus.
Tiene sentido que a las autoridades les preocupe ser incapaces de romper la seguridad de los dispositivos de esos “chicos malos”, pero, como la propia Apple respondió, hablamos de información que puede obtenerse también, y con relativa facilidad, de las redes de telecomunicaciones, de ordenadores e incluso de otros móviles. No es, en definitiva, que la policía y la NSA no puedan acceder a tu iPhone, es que les costará más tiempo y, probablemente, más sentencias y más papeleo.
El debate sobre inclinar la balanza hacia la privacidad o hacia la seguridad es antiguo, y no cabe duda de que aún quedan infinidad de capítulos por delante. Personalmente, creo que es bastante más habitual que alguien quiera acceder a nuestros dispositivos con malas intenciones (hurtar datos, acceder a nuestras cuentas, robar fotografías o textos privados… y un larguísima etcétera) que para evitar algún crimen inminente, lo que no significa que la frustración de las autoridades en situaciones así no sea comprensible. Lo que no resulta comprensible, claro, es que esa frustración se exprese de manera tan lamentable.