El iPad mini está suponiendo una auténtica revolución en el mundo Apple durante las últimas semanas. Si bien es un dispositivo con características de gama media, parece ser que cumple con la función de ser un dispositivo de entrada a las tablets de Apple para los usuarios que no están dispuestos a realizar un gran desembolso. Criticado por unos y defendido por otros, tiene en el dispositivo de Google a su principal competidor aunque, todo hay que decirlo, una manzanita en la parte de atrás del iPad mini llama mucho la atención al usuario medio, hecho que en Cupertino ya preveían, sacándole el máximo partido, tal y como está ocurriendo.
Las cifras no engañan, y tres millones de iPad (sumando las ventas del modelo de cuarta generación y el modelo mini) vendidos en tres días es una cifra más que respetable. Estas cifras son realmente buenas, pero abren una incógnita que solamente el paso del tiempo podrá desvelar: ¿ha condenado Apple a los modelos de iPad clásicos a la desaparición lanzando el iPad mini? Esta pregunta, que seguro que muchos de vosotros os habréis hecho, recuerda un poco a cuando Apple lanzó el iPod mini que en sus sucesivas versiones (nano y touch), acabaría por dejar abocado a la desaparición al iPod classic. Extraña coincidencia la del iPod classic y la del iPad anterior a la generación mini, ¿correrán ambos dispositivos la misma suerte?
Por el momento, el iPad disfruta de una salud de hierro, aunque bien es cierto que hay muchos usuarios, entre los que me incluyo, para los que el tamaño de la pantalla del iPad clásico no es el ideal para hacer a un dispositivo lo más portátil posible. Sin embargo, el iPad mini, con su pantalla de casi ocho pulgadas, se presenta como una alternativa seria además de más económica para realizar las tareas básicas. Y esto hay que tenerlo claro: un iPad no ofrece el mismo rendimiento que un ordenador portátil y tiene sus limitaciones, pero cumple a la perfección en las tareas de consulta de correo, consumo de información, notas, organización y un largo etcétera que al fin y al cabo engloba a todas las tareas esenciales de los usuarios que organizan su día a día de forma electrónica.
Me dejo a un lado a los jugones, lo siento, pero es que el iPad sirve para algo más que jugar al Angry Birds y meterse en el Tuenti, cosa que respeto pero no comparto, ya que considero que este hecho es una falta de respeto a la tecnología que ofrece el iPad y con un modelo básico de teléfono con sistema operativo Android sobra y basta para realizar estas tareas. Pero precisamente en Apple han pensado en este tipo de usuarios, que junto a los que de verdad van a aprovechar todo el potencial que ofrece el iPad pero no tienen posibilidad de acceder a un modelo clásico, son los dos grupos de clientes más jugosos para la compañía de la manzana.
Como os decía, solamente el tiempo dirá el tipo de usuario que se siente atraído por el iPad mini, y veremos a ver si dispositivos como el iPad clásico o el iPod touch no se ven afectados por el éxito que está teniendo la pequeña de las tablets de Cupertino. Se abren las apuestas. ¿Qué pensáis vosotros? Yo, que mientras las ventas respondan, en Apple tan contentos.
Creo q el iPad mini, es para usuarios que necesitan hacer cosas básicas y que no planean hacer dibujos profesionales y cosas muy radicales y q de todo modos creo que el iPad mini lo podría hacer, así q la verdad es una muy buena opción
Hola Ángel, gracias por leernos.
De acuerdo contigo. Personalmente creo que en una tablet tampoco tiene lógica que sea superpotente, porque como en un ordenador no se trabaja y tiene unas funciones específicas. Aunque claro, hay opiniones para todos los gustos.
Un saludo