Siguiendo con la dinámica de los especiales Un día cualquiera con mi iPhone y Un día cualquiera con mi iPad, ha llegado el turno de presentar una nueva entrega de Un día con mi Mac, en la que nos centraremos en la familia de ordenadores de Apple.
Dejadme que os ponga en antecedentes. Tras haber llorado la pérdida de mi defenestrado PowerBook de 12 pulgadas, pasé un largo período al amparo de los dos últimos sistemas operativos de Microsoft, Windows 7 y Windows 8, hasta que finalmente puede echar el guante a mi portátil actual. Se trata de un MacBook Pro de 15 pulgadas de principios de 2011, con un Intel Core i7 a 2,2 GHz, 8 GB de RAM y un disco duro de 1 TB que añadí recientemente; cuando la garantía ya no sea un problema, planeo aprovechar la bahía de la unidad SuperDrive para alojar éste y montar un SSD en su lugar.
Hasta hace solo unos días, había mantenido el equipo actualizado pero he de confesar que la desidia ha podido conmigo y por el momento, sigo haciendo caso omiso a la notificación de actualización a OS X Mountain Lion 10.8.3. Cuando reemplacé el disco duro aproveché para hacer una instalación limpia, pero aún así no puedo hacer otra cosa que quitarme el sombrero ante la exquisita fluidez del sistema y su rendimiento general, pese a haberlo sometido a un alto nivel de exigencia en numerosas ocasiones.
¿Por qué me decanté por un Mac? Primero porque mis coqueteos con los equipos de Apple, que comenzaron coincidiendo con el auge del PowerPC cuando adquirí el iBook, el mencionado PowerBook o el Mac mini G4, no pudieron ser más satisfactorios. En segundo lugar, sinceramente me atraía la idea de disponer de un equipo tan bien construido, con un Trackpad que es una delicia y sobre todo, que me ofreciera una autonomía suficiente como para poder desentenderme del cargador cuando estuviera lejos de casa.
Cuando el gallo canta
Después de ponerme al día con el iPad y, una vez reincorporado al mundo de los vivos, enciendo el portátil escuchando por primera –y última– vez en el día el famoso acorde de inicio de los Mac, compuesto por las notas Sol y Fa. Mountain Lion está programado para volver a abrir las ventanas al reiniciar la sesión, así que tras unos instantes de espera, me encuentro el entorno de trabajo tal y como lo había dejado la noche anterior.
De este modo, Calendario, Chrome y uTorrent suelen ser las primeras aplicaciones en las que repare. La primera, a pesar del magnífico sistema de notificaciones con el que ya cuenta OS X, me permite conocer de un simple vistazo, el estado de todos las cuentas que tengo sincronizadas: citas, trabajo, noticias por publicar e incluso, cumpleaños; especialmente útil he encontrado la posibilidad de crear un evento desde la propia web de Apple, que me recuerde calibrar la batería una vez al mes.
Las bondades del navegador de Google son bien conocidas por todos así que entenderéis por qué me he decantado por él en detrimento de Safari. En cuanto al cliente BitTorrent, como buen devorador de series y, habituado al uso de los trackers privados, es probablemente una de las apps que más tiempo pasen en segundo plano en mis equipos. Habiendo sufrido en mis carnes las primeras betas publicadas en OS X, creo que a día de hoy no tiene nada que envidiar a otros clientes de la talla de Transmission, ofreciendo además un abanico de opciones de configuración mucho mayor.
Continuamos con la visita guiada. Otras dos apps de obligada utilización en mi ritual matutino son Reeder, uno de los lectores de RSS más pulidos y funcionales de cuantos podemos encontrar en la Mac App Store y Airmail, gestor de correo que llevo probando desde hace un par de semanas y que ha terminado por desbancar a pesos pesados como Sparrow o Mail. Posteriormente, recojo el petate y me voy.
Post merídiem
Por caprichos del destino –léase, motivos laborales–, me he encontrado en el brete de necesitar echar mano de Windows para según qué tareas, así que no me ha quedado otra opción que desempolvar mi antigua licencia y recurrir a Boot Camp. Justamente aquí me gustaría hacer un inciso para destacar la ínfima dificultad que entraña su instalación; bastará con descargarnos el paquete de drivers correspondiente, seleccionar el tamaño de la partición, et voilà!
De vuelta al regazo de nuestro felino favorito y en relación con el párrafo anterior, la suite ofimática iWork en general y Numbers en particular, suelen ocupar buena parte de mis horas frente al MacBook Pro. Asimismo, y ya sea por ocio o negocio, Photoshop CS5, el famosísimo editor de imagen de Adobe, acostumbra a estar abierto constantemente a la espera de órdenes para empezar a revolucionar los ventiladores del portátil.
Tiempo de expansión
Vaya por delante, me considero una persona inquieta y autodidacta. Debido a ello, siempre que dispongo de tiempo intento dar cabida a aquellas materias que me llamen la atención por el mero hecho de disfrutar haciendo y deshaciendo hasta dar con la tecla que me permita comprenderlas. Actualmente, estoy haciendo mis pinitos con Objective-C por lo que el uso de Xcode ha reducido drásticamente el espacio que dedico a la holganza.
Por otro lado, tengo que declararme admirador confeso de iTunes. Más allá de la relación entre mi gusto por la música y el reproductor en sí –que también–, por el hecho de tener una biblioteca perfectamente organizada y etiquetada, que puedo sincronizar rápidamente con cualquiera de mis iDevices. Un aspecto que tal vez le haya servido para recibir incontables críticas, al que yo solo encuentro ventajas; es por ello que también intento mantener actualizada la librería de ebooks de Calibre.
Cuando la jornada va tocando a su fin, suelo quemar mis últimos cartuchos leyendo en la tablet o en el Kindle hasta que el sueño me invade o bien, consumiendo mi ración de series de televisión, para lo que no hay mejores alternativas que VLC o MPlayerX. Finalmente, me dispongo a recargar las pilas hasta el día siguiente, sin olvidar de hacer lo propio con mi compañero de fatigas.
Me encanta ese screensaver, lo usé durante mucho tiempo 🙂
La verdad es que queda increíblemente bien, Pere. 🙂
Yo no lo conocía hasta hace bien poco, cuando lo vi funcionando en el MacBook Pro de Jose Antonio, y desde entonces, aquí está perenne jaja.